Amazon no destruyó a la industria minorista. Lo hicieron ellos mismos con un mal servicio al cliente.
Netflix no destruyó a Blockbuster. Lo hicieron ellos mismos con ridículos honorarios finales.
Uber no destruyó al negocio del taxi. Lo hicieron ellos mismos con un número limitado de taxis y el control de tarifas.
Apple no destruyó a la industria de la música. Lo hicieron ellos mismos obligando a la gente a comprar álbumes de larga duración.
La tecnología por sí misma no es el verdadero disruptor.
Airbnb no destruyó a la industria hotelera. Lo hicieron ellos mismos con disponibilidad limitada y opciones de precios.
No poner al cliente en el centro de la estrategia de negocio es la mayor amenaza.
La tecnología disruptiva y el enfoque estratégico en el cliente, tienen un punto de convergencia. Y es así cuando favorecen la pre valencia de soluciones útiles con un aporte de mayor valor, personalizando las experiencias y reconociendo la importancia del factor humano.
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