EMPRENDIMIENTO
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SEPTIEMBRE 21 DE 2015 - 01:24 P.M.
¿Se imagina no tener que depender de la electricidad sin alterar el estilo de vida que mantiene hasta ahora? Este escenario ya lo vive un colombiano.
Él pedalea su bicicleta convencional una hora cada dos días en casa y provee energía para su hogar de noche: 12 bombillos, su televisor, un equipo de sonido y otros electrodomésticos pueden funcionar sin problema mientras la luna ‘esté de turno’.
De día, utiliza un panel solar. Así, pasó de pagar $130.000 por el servicio de luz, a una factura por $6.800 que es la que le llega hoy en día.
Ana María Franco es quien está detrás del proyecto que hizo esto posible: ecobikes. Es una tecnología que se adapta a las bicicletas estáticas de los gimnasios, a las ‘ciclas’ corrientes y a cualquier tipo de energía. Este sistema también viene instalado en bicicletas que Franco ya está comercializando.
Además de las ventas particulares, esta paisa está participando de un proyecto de ciudad liderado por la Corporación Ruta N, el centro de innovación y negocios de la Alcaldía de Medellín en el cual se instalaron 12 bicicletas en gimnasios públicos del Instituto de Deporte y Recreación de Medellín (Inder).
“La idea es hacer gimnasios autosostenibles, cuya energía provenga del pedaleo de sus usuarios”, añade Franco.
Su idea de negocio, que solo ha sido desarrollada por gimnasios estadounidenses para su propio uso y sin la posibilidad de ser adaptable, fue certificada como patente de invención por la Superintendencia de Industria y Comercio.
Este reconocimiento le permite a la paisa comercializar el producto en cualquier parte del mundo como inventora del mismo y con todos los derechos de propiedad intelectual. Es decir, vender su licencia.
La colombiana ya ha recibido propuestas de Francia, Estados Unidos, Chile y Guatemala. Aunque está en busca de asesoramiento para protegerse en un proceso que desconoce, confiesa que ‘le suena más’ crear alianzas con las compañías interesadas.
UNA IDEA QUE MERECIÓ CONSTUITIR UNA EMPRESA
Franco está ofreciendo el proyecto bajo la 'sombrilla' de su empresa, Productos Ecológicos EB, en la que también se ofrecen soluciones de energía con paneles solares.
Hasta el momento – y con las ecobikes como protagonistas - la compañía ha facturado desde su creación unos $350 millones de pesos, y está generando seis empleos directos y cerca de 30 indirectos.
Su emprendimiento patentado ganó recursos de Fondo Emprender del Sena por más de 70 millones de pesos –recientemente condonados–, que le permitieron iniciar la empresa.
Por la lista de clientes han pasado reconocidas empresas como Une y Empresas Públicas de Medellín (EPM). También trabajan con negocios ambulantes brindándoles energía solar estática y móvil.
Hoy tiene en mente un ambicioso proyecto. Franco quiere desarrollar un software que, acompañado de pantallas, le permita a quienes asistan a clases de ‘spinning’ vivir experiencias como el Tour de Francia.
La idea no solo se limita a visualizar el recorrido, también pretende simularlo: las bicicletas serían modificadas para brindar las diferentes sensaciones que se viven en la escena que se está imitando. Es decir, que si usted está viendo en pantalla cómo escala una montaña pedaleando, sus pies también lo sientan.
Otra herramienta en la que la paisa está trabajando es un sistema que realizaría una lectura sobre la energía generada, las calorías quemadas y los kilómetros recorridos por quien está utilizando la bicicleta. Dichos datos estarían disponibles en una aplicación para que el usuario pueda monitorear sus ejercicios y progresos.
La emprendedora espera lanzar estos proyectos a mediados del 2016.
‘PEDALEAR’ POR TERRENOS DESCONOCIDOS
En este camino por el que las ecobikes han llevado a la paisa, no han faltado las trochas ni las pendientes.
El hecho de que su idea sea innovadora mereció ser patente de invención, pero también le ha merecido varios ‘dolores de cabeza’.
Uno de ellos es que, al ser desconocida la tecnología en el país, la mayoría de los componentes para desarrollar lo que Franco ha ideado han tenido que importarse.
No tiene competencia directa, pero tampoco puede guiarse por alguien que conozca el negocio y le diga por dónde queda la meta. “Esto me ha obligado a un proceso de ensayo y error porque solo así sé que funciona y qué no”.
La emprendedora también se refiere a los elementos que adquiere en el extranjero y, eventualmente, pueden no servirle. Cuenta que, en varias ocasiones, ha adquirido productos solo para ensayarlos pues, una vez probados, se da cuenta que no funcionan y debe desecharlos.
“Pero este proceso también es necesario porque solo así te aseguras que estás entregando algo de calidad, que sirve y que no solo es una patente en papel, como muchas de las que se presentan en el país. Esta es real, la hicimos funcionar”, puntualiza Franco.
@GutierrezAnaMa
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